Debido a las elevadas temperaturas propias de los meses de verano, muchas personas experimentan la necesidad constante de mantenerse frescos e hidratados para poder sobrellevar el calor.
Una opción estupenda consiste en beber agua bien fría o, en caso de ser viable, sumergirse en una piscina para aliviar la sensación térmica.
Sin embargo, no todo el mundo tiene la posibilidad de acceder a una piscina fácilmente. Por ello, existen aquellos que, en busca de un alivio refrescante, optan por tomar una ducha de agua fría. Aunque esta alternativa puede resultar sumamente atractiva, en realidad, no es tan efectiva como comúnmente se cree.
El uso de agua fría como método para combatir las altas temperaturas puede tener el efecto contrario: provocar un aumento en la temperatura corporal.
¿Qué ocurre en nuestro cuerpo cuando nos damos una ducha de agua fría y hace mucho calor?
Aunque el sentido común nos haga creer que una ducha de agua fría combatirá el calor y hará que nos sintamos frescos y aliviados, la realidad es bien distinta.
Cuando estamos expuestos a temperaturas elevadas, nuestro organismo dirige la sangre hacia la superficie de la piel para permitir que el calor se disipe hacia el exterior. Al ducharnos con agua fría en un intento de refrescarnos, los vasos sanguíneos de la piel se contraen y dificultan la liberación del exceso de calor.
El agua fría detiene repentinamente la producción de sudor, lo que puede ser una solución momentánea si estamos sudando. Sin embargo, al salir de la ducha, nuestro cuerpo volverá a calentarse, lo que reactivará la sudoración y, por ende, la sensación de calor.
¿Cómo debería ser la ducha ideal para combatir el calor?
La opción de ducharse con agua fría no logra efectivamente reducir la temperatura del cuerpo, por lo tanto, no es la solución más eficaz para contrarrestar el calor.
Por otro lado, una ducha caliente tampoco es recomendable, ya que contribuiría a acentuar la sensación de calor.
En realidad, tanto las duchas extremadamente frías como las extremadamente calientes interfieren con los mecanismos naturales de regulación de la temperatura del cuerpo. Por lo tanto, la mejor alternativa para afrontar una ola de calor reside en una ducha de temperatura tibia.
Una ducha tibia estimula el sistema termorregulador del organismo, aumentando el flujo sanguíneo hacia la piel y favoreciendo una sudoración adecuada, lo que resulta en una reducción de la temperatura corporal.
Al salir de la ducha, es crucial considerar cómo nos secamos. Evitar frotar vigorosamente la piel es importante, ya que este movimiento reactivaría la sudoración.
Además, resulta aconsejable cambiarse en un espacio fresco para no elevar nuevamente la temperatura corporal. Un buen consejo es vestirse en una habitación sin exposición directa al sol y optar por ropa liviana y transpirable para minimizar la sudoración.
Otras formas de combatir el calor en verano
- Hidratación constante: beber agua de forma regular es esencial para mantener el cuerpo fresco y evitar la deshidratación.
- Dietas frescas: consumir alimentos ricos en agua, como frutas y verduras, ayuda a mantener una temperatura corporal adecuada.
- Ropa adecuada: vestir prendas ligeras, de colores claros y tejidos transpirables ayuda a evitar el sobrecalentamiento.
- Sombra y protección solar: buscar refugio en áreas sombreadas y aplicar protector solar minimiza la exposición directa al sol.
- Evitar actividades intensas: limitar el ejercicio vigoroso en las horas más calurosas del día reduce el estrés térmico en el cuerpo.
- Uso de sombreros y gafas de sol: estos accesorios protegen la cabeza y los ojos del sol directo, minimizando el calor.
- Evitar bebidas alcohólicas y cafeína: estas sustancias pueden contribuir a la deshidratación, lo que agrava la sensación de calor.
- Utilizar abanicos: los abanicos portátiles pueden proporcionar un alivio instantáneo al crear corrientes de aire.
- Hidratación externa: aplicar paños húmedos o toallas frías en el cuerpo puede ayudar a reducir la temperatura corporal.